El aparentón

Hace unos días, en el restaurante del polígono donde trabaja, desayunando temprano, estaba abstraído en la lectura del periódico gratuito. Hasta que le devolvió a la realidad el altavoz de un habitual mañanero.
– ¡¡¡La que a liao el niño!!! Que sólo tiene veinte años.
Se refería a la noticia que en ese momento salía en televisión.
– Pero escucha, – aumentando el volumen, si es que era ya posible – que tiene fotos hasta con el Rey.

Como no se había enterado de la noticia, esas lagunas informativas que a veces forzaba, intentó continuar en el entretenimiento del momento, pero le resultó imposible ante la cantidad de comentarios, de incredulidad y asombro la mayoría, y alguno jocoso típico del cachondo de turno, que pudo escuchar y que desafiaban al vocero que había resaltado la noticia. Al poco tiempo, tuvo que marcharse, dejando la tertulia en la había participado como oyente.

En el transcurso del día, más o menos se había enterado de que iba todo el revuelo, del que ya se había hecho eco hasta la prensa internacional. Reflexionando sobre el asunto, empezó a no entender todo el alarmismo e incredulidad generalizada que se había formado. Vamos a ver, lo más normal del mundo. Hasta el orto de las mismas historias en la vida diaria. Muy ingenuo hay que ser para no darse cuenta de que todo funciona así. “El hijo de” y “el amigo de” es más importante que cualquier otra cualidad de una persona. Puedes estar preparado y aplicar dedicación, pero si no te ha besado el santo… sufrirás la misma dolencia que nos arrasa desde hace siglos, magnificada por el tiempo en que vivimos.

Al día siguiente, en el mismo lugar y a la misma hora aproximada, coincidió con un compañero de trabajo, de otro departamento, pero con cierto contacto porque la empresa no era precisamente una multinacional. El caso es que el mismo asunto saltó una vez más a convertirse en el tema de la mañana.
– Hay que tener cara, eh!, menudo figura. Comentó su compañero. – Lo que no entiendo es que no dimitan los encargados de seguridad. Y todos esos pringaos que han salido en las fotos, ¿Qué me dices?, menuda cara se les debe haber quedao.
La verdad es que no tenía la mente para eso, pero por no hacer el feo. – Es lo que hay. Dijo con poca convicción.
Después de un pequeño rato con la misma retahíla, ya tocaba volver a la producción. Al pagar el dispendio, su compañero, solícito, se ofreció para abonar la cuenta. En un alarde de complicidad y confianza dijo:
– Hoy voy de gratis. Mi primo, el de financiero, me lleva de viandas con la Dirección.

Pensó en que contestarían los directivos, al ser preguntados por el chico aquel con el que aparecían en las fotos.

Pa´mear y no echar gota, que decía su mamá.