Los grandes hombres y mujeres son un ideal. Entre las líneas se atisba la mediocridad, con un gustillo rancio muy característico. Pensar que la preparación de unos pocos, que bien podrían repartirse los honores, los hace mejor personas, más aún, mejores seres humanos es de ingenuos. La ilusión ideal de la dirección de los mejores, aferrándose al ideal de las decisiones justas y ecuánimes.
Vio sus vanidades. Terrorífico pensar en los gustos y caprichos de seres humanos de más hueso que carne. Sin fin de continuidad en el pastel cotidiano, amparado en las supersticiones y prejuicios tradicionales o no, sintiéndose mejores sin méritos, o con méritos heredados.
Creer en seres humanos excepcionales sólo por los puestos de decisión que poseen es sin duda una tentación. Creer que sólo con tenerlos delante es garantía de presencia superior, de inteligencia preclara, de frialdad de decisión y calentón calculador, es normal. Pensar en elegidos como desahogo de la vida sobrecargada.
Vio sus odios y envidias. Su lastimera existencia. Nuestro propio reflejo lleno de mezquindades y necedad. ¡Terror! Y estos son los elegidos. El oráculo tenía menos probabilidades de fallar. Juicios equivocados, alentados por el hilo histórico y marcadamente tradicional. ¿Tú lo harías mejor?
Es el canto en el desierto, cuando estás sólo, cuando todo lo esperado es papel mojado, lleno de borrones de tinta, no se percibe a simple vista el mensaje pero se nos queda grabado a fuego con el paso del tiempo. Sí comprendo la frustración. El abandono de la realidad, el desánimo de seguir luchando.
Vio el futuro. Las incapacidades de los dueños de las decisiones son el contorno de nuestro devenir. Los pueblos se aterrorizarían si conocieran la mediocridad de sus gobernantes ¿Alguien sabe quién dijo eso?
…y se vio así misma…
Y pensó: sus hijos vendrán, verán y vencerán. La nueva inquisición, someterá a las mujeres, impuras e infieles por naturaleza. Borrará pensamientos y sueños. La escritura marcará el camino de la existencia del ser más abominable y miserable de la creación. Hay que destruir al distinto, están equivocados porque son nuestros enemigos.
Al final, Oriana perdió la apuesta con Charles, pero el paso seguía siendo pequeño para la humanidad.